miércoles, 27 de diciembre de 2023

La rosa magnética

Hablo de algo que no vi, por tanto permíteme ser impreciso.

Banbuster dormía en la pieza chica. Día de verano. Un ave zigzagueaba entre las copas de los árboles para cada tanto detenerse temeraria en una rama, ligera como ella, desde donde observaba las casas de los vecinos, sus techos y chimeneas, las decoraciones navideñas que nadie se animaba a quitar y los arbustos, plantas y árboles que podrían servir como pista de aterrizaje. Emprendía el vuelo. Banbuster, mi gata, soñaba que corría de un lado a otro de la casa, saltaba por una ventana y ya en el patio volvía a correr hasta hacer todo el recorrido nuevamente. Quien la viera notaba cómo cada tanto daba tiernas patadas al aire y con su hocico hacía un gesto difícil de interpretar. Un ave volaba sobre la villa hasta que se estacionó en medio del complejo entramado del Maitén que corona mi patio y miró qué había por allí, distinguiendo unos helechos, varias plantas de menta, un limonero que se negaba a crecer, un grupo de malas madres y las rosas tan bellas y salvajes que llamaron su atención a tal punto que no se dio cuenta cómo llegó a inventar una canción sobre ellas, la que entonó tantas veces que terminó por despertar a Banbuster, quien se sintió atraída por la canción: la letra hablaba de una fuerza que genera ilusiones y anhelos y cómo esta le puede dar sentido a una vida que desde otra perspectiva parece absurda y plana. Con su mejor interpretación del lenguaje de las aves Banbuster le habló cuando esta dejó de cantar y ambas encontraron un espacio en el tiempo que pudieron estirar a su deseo hasta que fueron capaces de leer algo de la otra: una serie de pensamientos y recuerdos olvidados que se encontraban suspendidos en la inmensidad de posibilidades y que, como en un sueño, lograban alinearse en una sola idea. El ave vio más allá de la rosa y sus infinitos ciclos de vida y muerte y Banbuster vio la profundidad del cielo por primera vez. Ya no era una superficie plana sino un espacio imposible de dimensionar por el que volaba la pequeña ave hasta volverse un punto en la distancia y luego la nada.

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